UNA BESTIA DIVINOHUMANA




No me mal entiendas, el amor, la bondad, la paciencia y la empatía, así como el asco, la culpa y el miedo, han sido centrales en el proceso civilizatorio de occidente, no se puede entender la dinámica vivencial de occidente a menos que entendamos que estamos atravesados por dichos tópicos, lo cual ha dado forma a nuestro campo fenomenológico, es decir, nuestra actitud hacía la vida y los individuos se fragua en consonancia a la interpretación de dichas ideas. Por lo que, restarles valor, releerlas o ser indiferentes a ellas, puede traer como resultado seamos conscientes o no, malestar cultural, tedio y fricción. Imaginemos por un momento que nuestra sociedad especializara su vida social en torno al asco, es decir, que el asco determinara y condicionara sin objetividad ni contrapeso nuestras relaciones, que sin más explicación, se nos impusiera la idea del asco como base para nuestro diario vivir: asco a la comida, asco al vecino, asco a la religión, asco a nuestros padres, etc., aquello simplemente nos llevaría al fracaso. Aunque el ejemplo es burdo y hasta estúpido, sirve para ilustrar lo que a continuación diré

Hace unos días, escuchaba un sermón de un famoso predicador argentino muy elocuente, que hablaba sobre el amor, todo bien, hasta que me percaté que el uso que hacía de la palabra “AMOR” era similar al uso que acabo de hacer de la palabra “ASCO”, es decir, elevada a un nivel superlativo, sin contrapeso y descoyuntada de contexto, dicha palabra puede ser igual de funesta que cualquier otra, y tomada como base para desarrollar la relación entre dos o mas individuos, puede traer funestas consecuencias. Pensemos que el slogan que los gays usaron el día que el matrimonio homosexual se legalizó en todo el territorio de EEUU fue precisamente “LoveWins”, y pensemos que esa misma palabra, “Love” es la que usamos para referirnos a la naturaleza divina. En ese sentido, hay una tensión que se debe reconciliar o aclarar. Una palabra que evoca todo lo bueno para el hombre, puede ser usada también para evocar todo un movimiento de degradación moral. No obstante, el AMOR, es hoy un látigo abstracto e inentendible que determina el rumbo de la religión occidental de manera absoluta.

Hace unos días, mientras posteaba contra unos camarones enfermos que intentan redefinir el lenguaje, uno de estos cristianos integristas vino a mi muro utilizando la palabra amor para justificar su pensamiento y fustigar al mío, ¿lo ves?

Existe una compasión que es enfermiza, que destruye o diluye la parte animal que subyace en el hombre, que se adhiere a nuestra personalidad cual parasito y se alimenta de ella, que carcome los ligamentos que crean la tensión necesaria para vivir, que ruñe y destruye a su huésped para erguirse el mismo sobre su cadáver. Es la toxoplasmosis humana, que suprime el instinto de supervivencia y voluntad de poder y nos torna dóciles, femeninos, cobardes y tiernos y justifica todo ello so pretexto de que hacia allá nos conduce siempre el “AMOR”.

Pensemos por ejemplo en la sobre protección de los padres que, al intentar aliviar pequeños sufrimientos presentes en sus hijos, los vuelven débiles para sufrimientos mayores en el futuro. Y aunque pareciera que la compasión y el amor están en boga (LoveWins) o son sentenciadas el día de hoy como expresión de un mundo mejor, la realidad es que sin un contrapeso que limite su expresión anula aquella propensidad bestial que le dio y le ha dado forma a nuestro mundo. Para Nietzsche el culpable de todo esto ha sido el cristianismo, que elevó a virtud prácticas que en la naturaleza son aberrantes y que so pretexto de un “más allá” sentenció como buenas. Nietzsche diría que el león no pide permiso para destazar a la gacela bajo sus fauces y que mejor aún, no siente remordimiento de hacerlo, sino que, el león, vive para y por su instinto básico de poder, de dominio, y en el sentido básico de adaptación está superando con creces la adversidad que la cruel naturaleza le impone. Y es que, de los crueles decimos que están más cerca de las bestias que de lo humano, cuando todo confirma que en la bestia la agresividad nunca es un objeto sádico de satisfacción en sí mismo, sino solo un medio de supervivencia. Los instintos animales en el hombre no son MALOS PERSE sino NATURALES y cuando están bien dirigidos, le dan forma al mundo que se desea, como lo hizo el estereotipo del hombre clásico, estoico, dominado por la “virtus” que palpitaba en conjunción con lo divino.

En ese sentido como mencionaba el famoso filosofo ruso Soloviev, “Puedes leer a Nietzsche como un anticristiano, o lo puedes leer como un profeta”. Nunca tuvo más razón Nietzsche que cuando dijo que El hombre ha sido embrutecido, desbestializado, desanimalizado, domesticado, domado y gregarizado por la historia occidental. Si cada domingo vamos a la iglesia a aprender como besar, abrazar y ceder el terreno a nuestros rivales, no deberíamos quejarnos del mundo que ellos construyen.

Sé que algunos dirán (de forma anacrónica y limitada) que ese fue siempre el plan de Jesús, pero ignoran que Jesús fundó una iglesia y que dicha iglesia ANCLADA A LA SOCIEDAD, no solo vino como un movimiento espiritual, sino como UN NUEVO ORDEN DE SOCIEDAD HUMANA, y en ese sentido, ha de adoptar una postura ante aquello que le resta valor o compite contra ella. Es hasta hace muy poco que la iglesia tomo una actitud neutral ante sus adversarios, por lo que, se extraña a la iglesia que nunca tuvo miedo de decir: “Deus Vult”, Dios lo quiere, que llore quien tenga que llorar, que caiga quien tenga que caer, la voluntad del poderoso es crear un mundo conforme el mismo lo vislumbra, y esa justamente es la tesis de Soloviev que resucitó el cristianismo ruso haciendo aquella lectura atípica de Nietzsche y quien decía: “Lean a Cristo y a uno de sus últimos profetas, Nietzsche”. Es en Nietzsche donde se encuentra el antídoto para el hombre afeminado y dócil, se encuentra el antídoto para el hombre neutral e indiferente. Hablemos del Divino-Hombre, que conjuga su parte bestial, natural, arrojada y valiente con la conjunción natural de honra y dedicación que palpita en lo divino

La tendencia autoindulgente de nuestra generación, que alaba de manera superlativa a ese amor y compasión enfermiza, sentenciada por las religiones como buena no es mas que una máxima de aplicación moderna y subjetiva, puesto que las mismas religiones impulsaron a sus hombres a la guerra so pretexto del mandato divino, so pretexto del honor, con la intención clara de expandir el dominio de sus dioses y hacer prosélitos entre las mas lejanas tierras, porque esto era bueno, era deseable, era lo mejor, como decía Nietzsche:

“¡Felices tiempos aquellos del pasado remoto en que un pueblo se decía a sí mismo: “¡Yo quiero ser el amo de otros pueblos! Y es que, hermanos, lo mejor debe dominar y es natural que lo mejor quiera también dominar. Y allí donde se enseñe otra cosa es porque falta lo mejor”.


En palabras de Hobbes:

“El derecho natural, lo que los escritores llaman comúnmente “ius naturale” es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida y, por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin”.

El hombre que se permite a sí mismo ser dirigido y dominado por los insolentes principios morales de las multitudes degradadas moralmente, es como un águila con las alas cortadas y garras rotas, así que, un cristiano también debe tomar una postura radical para estos tiempos, o besamos la mano de quien nos destruye y justificamos aquello con la palabra AMOR, o creamos y peleamos por el mundo que queremos aunque nos etiqueten de ODIOSOS.

Published by ElDiosDelNorte

Un mensajero de Orvonton me susurra pendejadas al oído.

Leave a comment

Design a site like this with WordPress.com
Get started